Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


100173
Legislatura: 1887-1888
Sesión: 11 de junio de 1888
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Bosch.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 130, 2693.
Tema: Discusión sobre dimisión del Sr. Martínez de Campos del cargo de Capitán General de Castilla la Nueva.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta): Bien decía yo que el Sr. Bosch y Fustegueras no tenía materia bastante para un debate con el objeto de su proposición incidental, cuando ha tenido que acudir a otras materias y a otros asuntos, y ha dirigido ataques a otras conductas que nada tienen que ver con la cuestión que aquí estamos debatiendo.

Se ha discutido mucho la conducta del Sr. Ministro de la Guerra en otro asunto que no tiene relación alguna con éste, para que S.S. repita los cargos que en otras ocasiones se le han dirigido, y que han sido debidamente contestados. ¿Para qué he de entrar yo en repeticiones que serían enojosas a la Cámara?

Su señoría se ha ocupado después de las reformas militares. ¿Qué hay de común entre las reformas militares, la cuestión nacida de la ordenanza militar, y la cuestión de etiqueta que se ha promovido, ni [2693] tampoco con los incidentes a que ha dado lugar? Además, S.S. se ha ocupado en otra porción de cosas que no había para qué traer aquí en este momento, y de las cuales yo nada debo decir; por lo que concretándome a la proposición incidental de S.S., declaro de una manera terminante que no entro en esa discusión, porque no debo entrar, y que los Sres. Senadores a quienes S.S. ha aludido, tampoco entrarán en ella, no por fuga, según ha dicho S.S. pues no hay aquí ningún Sr. Senador capaz de eludir un debate por tan poco plausible motivo, sino porque tienen la consideración de que se trata de un asunto delicado y complejo, como S.S. ha reconocido, y que está además sometido al examen e informe de los altos Cuerpos consultivos del Estado; y entre tanto estos no resuelvan, no debemos ocuparnos de esta cuestión, para no influir con nuestras discusiones y nuestras palabras en el ánimo de los altos funcionarios que están llamados a deliberar y resolver acerca de ella.

De manera que en realidad el asunto, tal como se encuentra, no tiene estado verdaderamente parlamentario; y por esto, por consideración a las buenas prácticas parlamentarias, es por lo que los Sres. Senadores no quieren entrar en el debate. Yo me alegraría de que S.S. siguiera igual conducta, ya que, por lo visto, necesita hacerse cargo de ciertos ejemplos, con lo cual no habrían salido de sus labios palabras que no deben salir nunca de labios de ningún Sr. Senador, ni siquiera de ningún monárquico, ni de ningún buen español. ¿Qué es lo que ha querido decir S.S. con eso de la industria de los viajes Regios? Protesto contra esas palabras; las rechazo enérgicamente y no quiero entrar en una discusión que sería para S.S. muy desagradable; y aunque S.S. lo merece, no quiero dirigirle los cargos a que se ha hecho acreedor por esas palabras. (Muy bien).

Tampoco es exacto que el Gobierno haya querido lanzar de la Capitanía general al señor general Martínez Campos, de cuyos servicios está satisfecho, y de los cuales duda el Sr. Bosch que aquel desee aprovecharse. Si no quisiera aprovecharse de ellos, como la dimisión está presentada, la hubiera aceptado. ¿No comprende S.S. que en la pereza que observa el Gobierno para admitirla se demuestra el sentimiento que experimenta en aceptarla, caso de que se vea obligado a ello?

Que no ha sido promovida esta dimisión por la cuestión de etiqueta. Ya he dicho yo que aquí había dos cuestiones: una la cuestión de etiqueta, y otra la relativa a los incidentes que aquella ha promovido. Pero al fin y al cabo, esos incidentes han surgido de la cuestión principal, o lo que es lo mismo, de la cuestión de etiquetas; y dentro de esos incidentes está el que ha originado la dimisión del capitán general señor Martínez Campos.

De ahí la división que yo hacía entre la cuestión de hecho y la cuestión de derecho; y como ambas están tan enlazadas, y las personas que en ellas figuran merecen y deben merecer de todos tanta consideración y respeto, el Gobierno no quiere resolver sin oír a los Cuerpos consultivos, proponiéndose así guardar a dichas personas las consideraciones a que son acreedoras, o por la altísima posición que ocupan, o por los servicios que han prestado.

Y con esto creo que basta y sobra para demostrar la conveniencia de que no entremos en un debate sobre una cuestión tan grave, espinosa y difícil que se va a someter a los Cuerpos consultivos, y que no debe venir al Parlamento, donde quizá la pasión política, que todo lo invade, nos llevaría a donde no debemos ir. Ésta es una cuestión de prudencia, de patriotismo; su señoría no ha querido dar muestras de él suscitando esta cuestión, y yo debo demostrarlo no siguiendo este camino.

No tengo más que añadir, sino rogar a los señores Senadores me perdonen si por altísimas consideraciones no entro a examinar los puntos que ha tocado el Sr. Bosch, a mi parecer (perdóneme S.S. se lo indique) sin aquella prudencia que yo quisiera ver en todos los Sres. Senadores y en S.S. particularmente, cuyo talento y distinguidas prendas me complazco en apreciar. (Muy bien) [2694]



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL